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lunes, 25 de enero de 2010

ALESIA, novela histórica epistolar

Roma 708 a.u.c. (46 a.d.C.)

A Servilia:

Me rebajo a responderte tan solo por deferencia a tu avanzada edad. Canas y arrugas merecen cierta consideración, aunque la ponzoñosa experiencia que nos transmitan sea absolutamente superflua, insignificante, ridícula e inconsistente.

Has olvidado, en la lista de amantes de César, a tu propia hija Tercia, aunque no me extraña, tan insulsa criatura capaz de aburrir a un amante fogoso como César, tú ya lo sabrás, no ha sabido aprender las cualidades que todos suponen, erróneamente, en su madre. Es de esperar que la hija de una puta reconocida, adquiera los saberes propios del oficio que tal fama y fortuna han procurado a su madre. No es el caso, pues además de zonza en el arte amatorio, resulta estúpida en la charla, torpe en la danza, granza en vez de cantar y se viste con el deleznable gusto materno.

No censuro que hayas prostituido a tu propia hija, ¿qué menos cabía esperar de una persona de tu talla moral?

Te recomiendo que mientras te esfuerzas en vano por enseñar a tu hija los secretos del oficio que te ha proporcionado tan mala fama como peor fortuna, reces por la salud de mi noble hijo Cesarión, pues si llegara tan solo a pillar el mas leve resfriado te consideraré culpable y sepas que dispongo en Roma, a mi servicio, de no pocos hombres resueltos y dispuestos a sacarte los ojos tan solo por complacerme, imagina lo que podrían haceros a ti y a tu hija por una pequeña, pequeñísima, bolsa de oro.

La nueva Isis.

martes, 19 de enero de 2010

ALESIA, novela histórica epistolar

Siria, 700 a.u.c. (54 a.d.C.)

Querido Cayo Julio César:

La presente es tanto una despedida como una bienvenida. Marcho a la conquista de la Partia, en Roma han tratado de impedírmelo por todos los medios, legales e ilegales, pero al fin estoy en Siria.

Has de saber que tus legiones no me han sido entregadas y permanecen en suelo italiano “a la espera”, ¿a la espera de qué? Ese pomposo, rey de los cobardes, en vez de marchar a su destino en Hispania, permanece en Roma, comiendo la sopa boba. Se ha hecho con el cargo de la Anona y dominando el comercio del trigo y con autoridad para fijar su precio... También tiene acceso a la Caja del Estado. Ha solicitado un nuevo mandato, bueno, su indolencia llega a obligar a sus partidarios a dar todos los pasos. A éste deberán subirle a empujones o en andas al trono.

Ignoro que habrán visto en personaje tan melifluo los bastardos del Senado, tan falso como sus supuestas victorias contra los piratas, tan solo aguarda una oportunidad para hacerse proclamar cónsul único.

Para reconciliarse con los optimates; por cierto ¿sabes que le llaman “nuestro dictador”?; ha perdonado y hecho regresar del exilio a Cicerón y otros indeseables de la nobleza mas recalcitrante.

Debo agradecerte el contingente de caballería celta que me has enviado. Mi hijo sabe como manejar a esos galos y estos le muestran tal afecto y deferencia que no dudo aumentará su eficacia en la batalla.

En unas escaramuzas previas he comprobado la contundencia de su actuación y tan solo deseo ver el momento en que se midan con los jinetes persas.

Puesto que tú corres con los gastos del dicho contingente, ¿no?, he pensado que quizás te interesaría mas participar en el botín, sin duda calculo será excelso, con un pequeño porcentaje, que no una rebaja en los intereses del próximo vencimiento, en cualquier caso ya me dirás algo antes del inicio de la campaña.

He podido ver una muestra de los pájaros con que suelen entretenerse estos bárbaros orientales. Reyes, príncipes, dignatarios e incluso sacerdotes tienen en la cetrería una de sus aficiones, o afanes diría yo. He ordenado capturar con vida cuantos halcones veamos, aunque sea necesario para ello cortar las manos a sus propietarios, seguro que en Roma alcanzaran precios interesantes, ¿no crees? Hablando de precios, tú eres un hombre de mundo, ¿crees posible acrecentar el aprecio por las piedras preciosas? Yo opino que en cuanto la meretriz de moda luzca uno de los enormes zafiros que he visto coronar los turbantes con que estas gentes cubren sus testas, todas las damas de Roma desearan uno, a cual mas grande, de ahí que sea necesario alcanzar sin tardanza la India y el lejano Oriente. Perlas, rubíes, zafiros, el comercio de especias y la seda bajo el control de Roma, nuestro, mio, ¿te gustaría participar?

Y hablando de meretrices, he constatado la belleza de las mujeres orientales y no dudo alcanzaran enorme predicamento y preferencia en los lupanares de toda Italia, desbancando a las galas y germanas que estás enviando, toscas y rudas como ellas solas.

Por cierto entre los galos que me has enviado, eduos creo, circulan rumores, insistentes rumores, acerca de las riquezas encerradas en los templos de sus vecinos, arvernos dicen. Me parece que tardas en desvalijar dichos templos, sería una buena manera de acabar con tus deudas y agobios, ¿por cierto ya has previsto el pago del próximo vencimiento?

Pepitas de oro del tamaño de lentejas, si no mas grandes, pueden hallarse en los ríos y torrentes de dicho país, Auvernia lo llaman.

La ociosidad es mala consejera para el soldado, bien lo sabes, y lavar arena puede ser un ejercicio que aleje el indeseado hastío y la holganza, que conducen al relajo y la indisciplina.

Con afecto, Craso

jueves, 14 de enero de 2010

ALESIA, novela histórica epistolar

Roma 708 a.u.c. (46.a.d.C.)

A la auto proclamada nueva Isis o mi muy detestada ramera:

Crees haber tocado el Olimpo con tu infecta persona, por el hecho de compartir esporádicamente el lecho de César. Vana ilusión, tan vana como tu persona.

Has de saber que César es mío desde que apenas un adolescente abrió los ojos a la vida en mi lecho. Casó con las bellezas de Roma mas deseables y apetecibles a decir de todos y sin embargo nunca dejo de atenderme. Ni siquiera la hermosísima, aunque vacua, Pompeya logró retenerle.

Sepas que ha visitado asiduamente el lecho de Postumia, casada con Servio Sulpicio Ruso; ha amado a Lolia, esposa de Aulo Gabinio; los amoríos con Mucia, segunda esposa de su socio Pompeyo fue causa del divorcio de esa pareja. Y que decir de la fogosa Tertulia, esposa de Craso; obsequió a César con tal escandalo en las formas que si una prostituta de Oriente fuese, como tú misma sin ir mas lejos.

Aunque casado con la respetable y no menos hermosa Calpurnia, me visita a menudo y por lo que me cuenta en absoluto echa en falta tus encantos, por jóvenes o exóticos que los presumas.

Le has hechizado como la serpiente a la rata.

Imagino sabrás que actualmente demora su regreso de África por disfrutar de los encantos de la que dicen bellísima Eunoé, esposa del rey Bogud de Mauritania. Sin mencionar a la incontable multitud de meretrices, rameras, prostitutas y esclavas a las que ha amado en sus campañas durante años. El mundo conocido se hallaría atestado de cabrones calvos si la Parca no nos librara de ellos en benéficas incursiones.

Que lamentable desgracia si tu vástago amaneciera ahogado en su cuna... Ignoro que te hace pensar que vaya a reconocer al bastardo que has parido, son de dominio publico tus furores fornicadores con siervos y esclavos, ¿a qué esa pretensión?

Mi hijo Junio Bruto ha sido adoptado por César y él será su legítimo heredero

Perra extranjera regresa al deleznable cubil del que nunca debiste salir.

Servilia

sábado, 9 de enero de 2010

ALESIA, novela histórica epistolar

Narbonense 701 a.u.c. (53 a.d.C.)

Querido hijo:

Me he alegrado mucho al leer la tuya y deseo seguir teniendo noticias tuyas.

Te echo mucho, muchísimo, de menos. Mi vida, contigo lejos, ha perdido todo significado, la tristeza me consume y los días, la vida, transcurren aguardando tu regreso, ¿qué te retiene en ese confín de mundo?

Si era castigarme lo que tu padre pretendía, puedes decirle que lo ha conseguido y nunca sabrá hasta que extremo. A causa de mi tristeza, el molinero me ha abandonado, me hallo sola y la única alegría que he tenido últimamente ha sido poder leer tu carta, hijo mío.

He ido a vivir con tu abuela, de mala cara, pero me han acogido. La Paz y el buen tiempo pronostican buenas cosechas, el fantasma del hambre parece alejarse, tan solo preocupa la falta de brazos para la siega. Tus tíos y primos han prometido acudir y entre todos llenaremos el granero. El abuelo tiene el huerto a rebosar de verduras, tiene buena mano para eso...

No tardes en escribirme, te añoro y te quiero.

Recibe un fuerte abrazo y muchos besos de tu madre.