Carlos del Solo en EL CID CAMPEADOR. Simplemente Rodrigo, nos sorprende con
una incursión sorprendente y arriesgada, por ser su primera novela, en la vida
de un mito nacional como es, nada más y nada menos, que el Cid Campeador.
Simplemente Rodrigo nos muestra
la imagen de un héroe de carne y hueso, un tanto alejada de la acartonada y
vetusta visión de los cantares de gesta.
Desde sus mocedades como escudero
del infausto Sancho, futuro y efímero rey de Castilla, el autor nos cuenta las
vivencias, temores y amoríos de Rodrigo, y cómo pronto descuella en su destreza
para la batalla. Atento con su madre a la que no descuida. Muy joven, y por sus
méritos, es nombrado caballero, y cuando el infante Sancho alcanza la corona
Rodrigó está a su lado.
Traidoras intrigas políticas le
cuestan la vida al rey Sancho, y su felón hermano ya coronado como Alfonso VI, reúne
bajo su cetro a los reinos de Castilla, León y Galicia, y a pesar de las sospechas de crimen
Rodrigo permanece leal a la corona.
Rodrigo conoce al amor de su
vida, Jimena y no tarda en contraer nupcias. Los héroes también aman. Y ahí el
autor nos desvela a un mito encarnado en amante esposo y padre devoto.
Pero toda su lealtad hacia la
corona se verá empañada por cortesanos rivales como Ordóñez que no cesaran de
buscarle la ruina, hasta que llega el destierro.
Rodrigo y su mesnada de leales vagan en
busca de un hogar, aquí son acogidos allá rechazados, luchando por sobrevivir viajan
a Barcelona, Toledo, Zaragoza, donde hallan acogida. Hasta que resulta inevitable la reconciliación
con su señor natural el rey Alfonso VI.
Carlos del Solo nos cuenta en
primera persona un pasaje de nuestra historia que deberíamos reivindicar y no
olvidar por la calidad del personaje, que en definitiva no fue mas que un guerrero de su tiempo, un castellano de bien.
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