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viernes, 2 de abril de 2010

ALESIA, novela histórica epistolar

Asedio de Avarico, 702 a.u.c. (52 a.d.C.)

Querida Cornelia:

Hoy se ha dado un hecho que me ha traído tu memoria de forma especial. Estamos asediando Avarico, una ciudad que por ser considerada inexpugnable, nos es del todo punto imprescindible tomar, y tomarla intacta pues el enemigo ha almacenado tras sus muros una ingente cantidad de vituallas.

Mis hombres trabajan en unas obras que sin duda nos proporcionarán el éxito. Los defensores oponen cuantos ardides pueden y a buen seguro que la toma no será sencilla ni fácil, preveo un cruento derramamiento de sangre.

Esta noche pasada, con los trabajos ya muy adelantados, desde nuestras torres alcanzamos sus atalayas, los defensores han optado por hacer una salida, pero no una de las bravas salidas en que suelen causarnos alguna baja y con las que entorpecen los trabajos, no, han intentado una felonía. Pretendían escapar del cerco a escondidas, en silencio, en la oscuridad de la noche, y las mujeres, sus propias mujeres nos han alertado con gritos, lamentos e improperios. Puestos sobre las armas, se lo hemos impedido. Vueltos a la seguridad de sus muros han cesado los llantos y reproches femeninos y en el silencio de la noche todos hemos podido descansar.

Me admira el valor de esas mujeres, no han defendido tanto la vida de sus hombres como su honor, ¿qué honor cabe en el abandono de su puesto, de sus hogares, en el abandono de sus esposas e hijos a la rapiña del conquistador?

¿Si no defiendes a los tuyos, a tu familia, tu hogar, de qué te sirve conservar la propia vida, qué futuro te espera?

He rememorado cuando defendí nuestro matrimonio contra la tiránica orden de Sila y me he visto sonriendo de felicidad por haberte sido fiel y leal, mi muy querida Cornelia.

Con todo mi amor.

Cayo Julio

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