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domingo, 6 de junio de 2010

MIS RAZONES PARA ESCRIBIR

El mes pasado mi editorial EQUIPO SIRIUS, que tan magnífica labor está desarrollando en la Feria del Libro de Madrid, con la divulgación del e-book, nos encomendó a sus autores la tarea e explicar las razones, caso de haberlas, que nos movían a emborronar páginas.
En el Blog de la editorial LO QUE HAY QUE LEER, podéis leer las publicadas hasta ahora. A continuación os cuento las mías:

Afirma el sabio que en este país se lee poco porque todo el mundo anda escribiendo una novela, en muchos casos “la novela”. Pero lo paradójico resulta que los que escribimos somos precisamente los que más leemos, luego no se explica la escasa venta de libros. Yerra sin duda el sabio.

No carece de interés y relevancia la cuestión de ¿por qué escribir? Alguna vez me lo han planteado, ¿y por qué haces eso, para pasar el rato?, y no sé que me ha causado más estupor si la pregunta o la expresión de extrañeza; como si fuese más normal emborracharse todos los sábados o correr cien kilómetros en bicicleta un domingo por la mañana. Todas las historias, todas las tramas, ya han sido contadas. El primer Cromagnon que enguarró las paredes de su cueva con dibujos y pinturas preparaba el escenario donde iba a relatar a sus convecinos una bonita novela para entretener sus temores nocturnos.

La primera vez que uno se pone a hilar frases lo hace empujado por una idea, en ocasiones apenas un germen; tal y como va llenando páginas es asombroso como la historia toma forma y las mas de las veces escapa incluso a la voluntad del autor. La sorpresa alcanza el ¡oh! cuando el final previsto encaja perfectamente cumpliendo aquella máxima expresada por Chéjof, creo recordar: “El clavo que aparece en la primera escena ha de servir para que el protagonista se cuelgue de él al final de la obra”.

Casi inmediatamente, ciego de engreimiento, el autor comienza a trabajar en una segunda novela convencido que el mundo acaba de hallar al próximo premio Planeta. Este segundo relato mucho más elaborado, menos impulsivo, más artificioso, siempre a la busca de la pretenciosa originalidad, del sinónimo mas culto, coincide con la recepción de los primeros rechazos editoriales. No es la humildad una virtud propia de la idiosincrasia humana, somos arrogantes por naturaleza, por algo fuimos creados a imagen y semejanza del Gran Soberbio, y el penoso peregrinaje del novel por el laberinto de editoriales grandes y pequeñas… Pero de eso hablaremos otro día. El ingrato trato del novel con las editoriales significa una merma en la autoestima, en ocasiones ya devaluada de por sí, pero también es una cura contra el narcisismo, la egolatría y cierto onanismo creador. La cuestión es que si uno logra obviar y/o comprender el aluvión de rechazos y consigue soslayar la trampa de la autoedición, a partir de ese momento comenzará a escribir por la única razón, o al menos la principal, por el puro y simple placer de contar una historia.

Porque a eso se reduce todo finalmente, tras superar los problemas con la pareja, es decir que ella se adapté a tus necesidades; disfrutar de la documentación de la historia tanto como de su desarrollo; empezar a reírte de la oportunidad perdida por esa editorial que te rechaza el original, es cuando empiezas a disfrutar con la escritura. Y te ves de nuevo ante la pared pintarrajeada con escenas de caza y las gentes de tu clan sentadas alrededor del fuego atentas a tu historia de héroes y villanos.

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