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domingo, 4 de julio de 2010

ALESIA, novela histórica epistolar

Roma 704 a.u.c. (50 a.d.C.)

A Cayo Julio César, procónsul de Roma:

Sabes de sobra que lo mío es la acción, la lucha... Llevo en la carrera militar toda la vida, y a tus ordenes buena parte de ella. De ahí que me resulte en extremo farragoso el momento de coger la pluma... Si, pues he creído conveniente redactar yo mismo lo que tengo que decirte, en vez de dictarlo a otro.

No abrigo la mínima intención de descargo o exculpación de mi conducta, he obrado en conciencia. Nunca he soportado ni consentido la deserción, mucho menos la traición. Sé que los que se han quedado contigo me habrán denigrado con esos calificativos, apelo a tu buen juicio, ni he desertado ni ha sido la vil traición lo que me ha movido a cambiar de bando en la guerra que se avecina y que tan solo tu desmesurada ambición, César, va a provocar.

En todos estos años, en que hemos luchado codo con codo, me has distinguido con tu confianza, nos hemos visto, tanto tú como yo, en lances difíciles y ambos nos hemos salvado la vida en diferentes ocasiones, pero esa confianza se ha limitado siempre al terreno profesional de la milicia... Nunca me has otorgado tu amistad, jamás he contado con tu estima personal... En cambio te has volcado en tipos como ese Marco Antonio; nunca sabes en el suelo de qué taberna amanecerá empapado en sus vómitos de beodo, o en qué lupanar se oculta de los acreedores; por no citar a tramposos e intrigantes como Balbo o Cayo Opio... Mientras yo, todos nosotros, me jugaba la vida para acrecentar tu gloria y hacienda, tú fiabas en esos individuos dueños de tu amistad, deudos de tu confianza y estima, a quien encomendabas tus asuntos, incluso los privados, en Roma, sin saber nunca en que garito, rodeado de tahúres y fulleros, se embriagaban.

Pronunciaste despectivos comentarios cuando llegaron a ti las murmuraciones de la soldadesca, por el frustrado asesinato de Commio. La muerte del rey de los atrebates era necesaria para la política de alianzas de Roma y la pacificación de las Galias. En vez de apoyarme fomentaste mi ridículo entre los soldados.

Me otorgaste el gobierno de la Galia Cisalpina, obligación impuesta, no una prueba de amistad o confianza personal.

Espero que entiendas y valores mi determinación de pasarme al bando de Pompeyo como una decisión política y no personal.

Tito Labieno.

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