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domingo, 18 de julio de 2010

ALESIA, novela histórica epistolar

Grecia 706 a.u.c. (48 a.d.C.)

A mi muy querida madre:

Te escribo desde Grecia, para que sepas que me hallo bien de salud, a pesar que la calamidad se ceba con nosotros en está campaña.

Hemos acampado en una ciudad llamada Gomphi, hostil a César, de ahí que haya sufrido el rigor del asedio y el pillaje.

Lo cierto madre es que llevamos varias jornadas de vergonzosa huida. Si, hemos mantenido con los pompeyanos una guerra de desgaste tan humillante y mal concebida que no podemos correr más, por ir pisándonos el amor propio.

La salida de Italia fue afortunada, las negras aguas del mar, el mar en invierno es tenebroso, parecía invitarnos a sumergirnos en la guarida de Neptuno y hallar allí la paz definitiva, cruzamos hasta el Épiro sin topar con la numerosa y fuerte escuadra enemiga. Tuvimos la fortuna de fondear en Apollonia, ciudad fiel a César.

Aunque a ojos de los pompeyanos, mostramos las águilas de siete legiones, nuestros efectivos se hallan mermados a la mitad. Campañas sin descanso, marchas sin reposo, enfermedades y fatigas consumen a los mas fuertes. Por doquier perdemos reclutas incapaces de seguir nuestra marcha.

Nada mas llegar acampamos en una orilla del río Apsos, en la otra nos aguardaban los pompeyanos, si pues ni repuestos de la sorpresa ni haciendo valer su elevado número se han decidido a medir sus armas con nosotros en campal batalla. Por el contrario nos han planteado una inútil y desalentadora guerra de desgaste, que incomprensiblemente César ha aceptado. Imagino que aguardaba los refuerzos que debían venir de Italia al mando del bravo Marco Antonio. Aunque todos dudábamos que la Fortuna sonriera al partido de César por segunda vez y Marco Antonio lograra salvar el férreo bloqueo marítimo.

Aquél invierno fue rudo en extremo, pasamos hambre y desesperación, cuando soplaba el viento, desde el campamento enemigo nos llegaban los aromas de sus cocinas, a ellos no les falta de nada, nosotros gozamos de una escasez... ¡Tuve de viajar a la civilizada Grecia para probar sus insípidas raíces!

Si al menos en alguna escaramuza nos hubiésemos podido desquitar... Pero nuestros enemigos se negaron en todo momento a venirse a las manos. Nada mas llegar, mientras fortificábamos nuestro campamento, Pompeyo hizo un amago de ataque, pero mientras sus tropas cruzaban el único puente sobre el río que nos separa, río de corriente caudalosa y riberas cortadas a pico, este se vino a bajo, tuvo numerosos heridos , los que consiguieron cruzar cayeron presos en nuestras manos y Pompeyo lo considero un mal augurio, de ahí que decidiera hibernar. Ellos también aguardan refuerzos, Escipión está de camino con el ejército de Siria, dos legiones, los restos del ejército del infausto Craso, muerto a manos de los partos. Las apuestas son si llegaran antes los de Siria o los nuestros desde Italia.

A finales del invierno Marco Antonio embarcó y arribo, ¡al fin!, la mala leche de los pompeyanos se ha dejado sentir en uno de los nuestros barcos. A causa del mal tiempo se extraviaron dos transportes, uno de ellos cargado de reclutas, avistado por el enemigo se rindió siendo todos masacrados, el otro cargado de veteranos ha conseguido arribar a puerto amigo. Tras numerosas vicisitudes e incertidumbres Marco Antonio consiguió unir sus fuerzas a las nuestras, ahora tenemos mayoría sobre Pompeyo y conocerá la fuerza de nuestra hambruna.

César decidió atacar Dirrachium, puerto natural, base naval de Pompeyo en Grecia, inexpugnable en la cima de una colina, bien amurallada, pero aquí estamos los conquistadores de las Galias. Rodeada de marismas, pantanos, terrenos insalubres y peligrosos, el mar por el frente, con numerosos barcos de guerra fondeados, sabemos que sus almacenes están repletos de suministros de todas clases, armas, municiones, ¡víveres!, ¡la caja del ejército!, no en vano los pompeyanos cuentan y dominan todos los dineros del estado, todos los fondos públicos de Roma.

Pompeyo se ha fortificado en las colinas próximas, de espaldas al mar desde donde es suministrado sin problemas por su flota. Los aliados le han suministrado tantos flecheros que nos impiden acercarnos a sus empalizadas para entablar la lucha. Uno de esos malditos flecheros tracios o cretenses, que sé yo, fue el causante de mi herida, ¡si pero no te preocupes, madre!, ya me he repuesto, fue un rasguño, bueno eso dijo el cirujano tras extraerme la punta y darme doce puntos. Casi me dolió mas la cura que la herida en si... Como decía el enemigo es abastecido a placer por su flota, nosotros siempre hambrientos, siempre mal abastecidos, el país es pobre en extremo, si mal subsisten sus pobladores, peor tropas extranjeras, para colmo nuestros destacamentos son permanentemente acosados por la numerosa y experimentada caballería de Labieno, ¡ese perro traidor! César no consiente se le insulte y menosprecie en su presencia, fueron amigos y compañeros de armas durante muchos años, uno enseñó al otro cuanto sabe del arte de la milicia y ¡así se lo paga, pasándose al enemigo! Nuestros apenas quinientos jinetes germanos poco pueden contra los siete mil caballos de que disponen ellos.

Todos los príncipes, sátrapas y reyezuelos de Oriente han enviado su aportación: infantes, jinetes, auxiliares y dinero, montones de dinero, no en vano sus allegados denominan a su líder "rey de reyes", ¡y eso que ellos pasan por ser el partido republicano!

Como te dije, Pompeyo no nos ofrece la posibilidad de una batalla campal, como mucho forma ante su empalizada y apenas nos acercamos nos vuelven la espalda y sus arqueros nos impiden el ataque.

El asedio a la ciudad tampoco produce resultados, Labieno con su caballería acosa nuestras líneas lo que ha obligado a fortificarse, da la sensación que sea la ciudadela la que nos sitia a nosotros.

César ha optado por encerrar a Pompeyo en su campamento, pero en esta ocasión no se trata de un bárbaro como aquel Vercingetórix y nuestros adversarios no son galos ignorantes y perezosos, estos no se limitan a insultarnos mientras cavamos los fosos y levantamos las empalizadas que intentan en vano circunvalar su campamento. Si digo bien, "en vano", pues luchar no sabemos como luchan, pero cavar, lo hacen tan bien como nosotros o mas, en efecto madre, tal y como nosotros cavamos los fosos que pretenden encerrarlos ellos cavan alargando sus trincheras y levantan muros frente a los nuestros. De ese modo los trabajos se alargan, para colmo sus salidas son cada vez mas sangrientas, es agotador, siempre hemos de estar sobre las armas... Recuerdo ante los muros de Avarico, mientras trabajábamos en aquella rampa, a pesar del frío y la lluvia, una legión siempre aguardaba con las armas a punto para refrenar las salidas de los defensores, aquí en cambio, manejamos el azadón con la armadura puesta y la espada al cinto, mal comidos y peor dormidos... Un día, el mas caluroso de aquel tórrido verano llegamos a trabar ¡seis combates en sitios diferentes a la vez! Hubieras disfrutado de ver como una sola cohorte se sostuvo, durante toda la mañana, en nuestras líneas haciendo frente a cuatro legiones y aun debieron recular ante la llegada de refuerzos. El propio César acudió espada en mano en nuestra ayuda, fue en ese lance que resulte herido...

Como ya te he dicho incluso la retaguardia se ha tenido que fortificar a causa del acoso de la caballería de Labieno, no tiene piedad con nuestros prisioneros y todos son ejecutados de la forma mas cruel ante nuestras posiciones.

Por fin hemos conseguido recluir en el cerco a Pompeyo, ahora le tenemos como a Vercingetórix en Alesia, totalmente rodeado, de espaldas al mar. Con un esfuerzo más hemos desviado el curso de los arroyos que le suministraban agua. Un agua de pésima calidad da este país, tanto en arroyos como en fuentes, ahora de su campamento un pestilente hedor nos habla de multitud de acémilas y caballos muertos de sed y por falta de forrajes, la escuadra a pesar de todo no da abasto a traer los suministros necesarios para hombres y bestias, su fin parece, parecía próximo, pues una noche han atacado un punto muy cercano a la playa y han conseguido romper el cerco. Valiéndose, sin duda, de la acción traidora de unos galos pasados al enemigo, han malogrado mas de cuatro meses de duros trabajos de asedio, tanto cavar y pelear para emprender una vergonzosa huida, si pues tras varios reveses César ha decidido rehuir el esquivo combate y marchar al Sur, en busca de regiones mas ricas donde nos sea menos penoso el abastecimiento, unas tropas mal alimentadas... Qué te voy a contar que no sepas padre... No tacharé la última frase, no tanto para que no veas un borrón como por... Os echo mucho de menos a los dos, madre, desde que... Se me nublan los ojos... Debo concluir mi relato, pues deseo que estas nuevas te lleguen, madre.

Hicimos escala en Apollonia, César tuvo a bien abonarnos la soldada, buena medida, pues la bolsa llena ayuda a mantener la disciplina. Tras asegurar la ciudad y el puerto con una considerable guarnición y dejar heridos y enfermos a buen recaudo, proseguimos la marcha hacia la Tesalia, país mas rico... Si madre, aunque convaleciente he preferido marchar con las tropas a permanecer acuartelado con los heridos. No por miedo a un ataque pompeyano, ¡han sido incapaces de perseguirnos!, como lo oyes. A través de tortuosos senderos hemos cruzado las montañas, cada vez mas lejos de la costa y por tanto de esa escuadra enemiga que nos arruina la salud, e impide reforzar. Las buenas noticias son que a través de Illiria vienen dos legiones al mando de Quinto Cornificio y en Tesalia se nos han unido otras dos legiones al mando de Domicio Calvino.

Hasta ahora hemos evitado las ciudades grandes, todas simpatizan con la causa pompeyana, pero Gomphi nos cerró sus puertas y lo ha pagado muy caro, tras un breve asedio, el mas brutal de los saqueos ha caído sobre sus cabezas, desgraciados ellos han pagado todas nuestras penurias de meses atrás.

César va a enviar un nuevo correo a Italia, reclamando refuerzos, aprovecharé para hacerte llegar la presente.

Recibe un fuerte abrazo.

Marco

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